El Tribunal permanente de los pueblos (TPP) fue fundado en 1979 en Bolonia, Italia, por el abogado y senador italiano Lelio Basso. Fue formalmente inaugurado por juristas comprometidos, defensores de derechos humanos y ganadores del Premio Nobel de la Paz.
Su creación tuvo lugar tras dos eventos fundadores: la adopción de la Declaración universal de los derechos de los pueblos en Argel en el año 1976, que será la Carta constitutiva del Tribunal, y la conclusión del segundo Tribunal Russell. En el año 1966 los filósofos Bertrand Russell y Jean-Paul Sartre presidieron un Tribunal Internacional de Opinión sobre los crímenes de guerra en Vietnam. El segundo Tribunal Russell del año 1976 juzgó las dictaduras militares enAmérica latina. El Tribunal permanente de los pueblos viene a prolongar la influencia de esos tribunales internacionales de opinión para ayudar a la creación de un instrumento permanente para la promoción de los derechos de los pueblos.
El TPP, con sede en la Fundación Lelio y Lisli Basso, es un órgano independiente, nacido de los pueblos, que puede, a la demanda de las personas y organizaciones de la sociedad civil, examinar las violaciones sistemáticas de esos derechos. El TPP se interesa particularmente a las situaciones dónde la justicia nacional e internacional se muestra incapaz de asegurar el respeto de los derechos humanos. La existencia del Tribunal se debe a la constatación según la cual el orden jurídico internacional administrado por los Estados no es suficiente para garantizar el respeto universal y efectivo de los derechos. Espacios deben ser ocupados y reivindicados por los pueblos como actores principales en la defensa de sus derechos.
La acción se apoya en el derecho internacional y supone un examen riguroso de los hechos. A la conclusión de una sesión, los veredictos y los informes producidos son difundidos ampliamente a los movimientos sociales, instituciones estatales y diversas comisiones de las Naciones Unidas.
39 sesiones del tribunal han sido realizadas en el mundo. Las situaciones estudiadas por el Tribunal han sido muy diversas: derechos de las minorías en un contexto de descolonización, riesgos medioambientales, impacto sobre los derechos de la globalización económica, etc. El objetivo común de las sesiones ha sido hacer visibles – y nombrar – violaciones de los derechos y situaciones de impunidad generalizadas, así como constituir un espacio en el cual se pueda escuchar la voz de las personas y colectividades afectadas.
« Las necesidades de una conciencia pública puede convertirse en una fuente de derecho reconocida […] y un tribunal que emana directamente de la conciencia popular refleja una idea que hará su camino; los poderes institucionales y el pueblo, que son los primeros en invocar su legitimidad, tienden de hecho a divergir, y solo una verdadera iniciativa popular puede llenar el vacío entre el pueblo y el poder » – Lelio Basso